¿Qué miro? ¿Mi debilidad humana?
O ¿miro a Dios, que puede cumplir lo que promete?
Hoy, en nuestro año bíblico vimos la historia de Juan Bautista en Lucas 1 y el el capítulo 10 del libro Deseado de Todas las Gentes.
Primeramente, vimos a Zacarías siendo visitado por el ángel Gabriel. A su anuncio del nacimiento de Juan, Zacarías dudó. Por causa de esta incredulidad, quedó mudo hasta que naciera Juan. Dice, en DTG 73.1, que Zacarías “sabía muy bien que Abrahán en su vejez había recibido un hijo porque había tenido por fiel a Aquel que había prometido.” Conocía la Palabra y las promesas. Pero, no miró al poder de la Palabra. ¿hacía dónde miró?:
“Pero por un momento, el anciano sacerdote recuerda la debilidad humana. Se olvida de que Dios puede cumplir lo que promete.”. Nos recordó a Agustín de Hipona con sus doctrinas, según la debilidad humana. A Desmond Ford, con sus escritos teológicos de imposibilidad de vencer el pecado y así, a cada ser humano que levanta sus apreciaciones humanas, y no el poder divino, de SU SANTA PALABRA.
Termina diciendo esta cita: ¡Qué contraste entre esta incredulidad y la dulce fe infantil de María, la virgen de Nazaret, cuya respuesta al asombroso anunció del ángel fué: “He aquí la sierva del Señor; hágase a mí conforme a tu palabra”!